Jueves 18 de Abril de 2024

Mario Morales: «Lo que se aprende bien, jamás se olvida»

Por: Abrahan Carvajal - septiembre 25, 2017

De vuelta al barrio. Luego de casi dos décadas de ausencia, Mario Morales, el exitoso entrenador colombiano está en Monterrico. Los triunfos de Madame Equis, Bonina, entre otros eclipsantes corredores aún están vigentes en la memoria de los aficionados de antaño, mientras que para los nuevos, la historia de sus «hazañas» les suena a mito y su hacedor promete encumbrar»nuevas glorias».

«Me siento muy contento de estar aquí. De estrechar la mano de viejos amigos. Esta es mi segunda patria«, dice de entrada a Contacto Hípico, quien alguna vez llegó a tener más de 120 ejemplares a su cargo. A juicio de quienes lo conocieron en su esplendor, hoy día luce distinto. El paso del tiempo deja su huella. Pero, la elocuencia aflora en su verbo, un hombre llano y directo, dejando ver que lo que se aprende bien, jamás se olvida.

Estrecha la mano de los profesionales del látigo

Hablemos de sus inicios en el hipismo colombiano...

– En Colombia, era difícil que un entrenador joven tuviera éxito. Me inicié en el Hipódromo de los Andes (Bogotá) y a los 30 años, comencé a llenarme de caballos. Rompí ese hielo, lamentablemente hubo una crisis financiera que propició el cierre de aquel hipódromo. En corto tiempo, había ganado cerca de 200 carreras. La situación me obligó a llevarme un lote de Caballos a Ecuador para intentar venderlos, pero nadie mostró interés así que me quedé y los comencé a entrenar.

¿Cuál fue el resultado?

Ese año, en el 88′, me gané la estadística en Guayaquil en el Hipódromo Miguel Salem. Allí estuve por espacio de cinco años . Tenía buenos caballos y, por supuesto, buenos patrones.

¿Cómo se da su paso a Monterrico?

Llego a Lima por un dueño ecuatoriano, quien quería probar suerte aquí. El primer requisito era tener al menos diez ejemplares a mi cargo y por un año no atender a nadie más. En ese momento, el Polo Norte, el mejor Stud de la época, tenía un lote de caballos a la venta, se tuvo el ojo de escoger buenos caballos y así tener un auspicioso inicio.

Comenzó a recibir apoyo ¿quiénes vinieron?

Fueron varios. Uno significativo fue el Capri, Jorge Nicolini me dio su corral y allí estaba Madame Equis. También tuve acierto con el Polo Norte. Lo recibí cuando apenas tenían 25 ejemplares, pero se encontraba un crack, la yegua Bonina con la cual me gané a los machos en el OSAF.

Seis años en el hipismo peruano ¿Cuál fue su mejor temporada?

Fue, sin dudas, en el 99′ en la de Madame Equis. Fue la primera yegua en ganar un Latinoamericano. Una carrera difícil y en esa condición es especial.

Entrenó a Madame Equis (Foto La Mula)

Antes de debutar, siempre supo que Madame Equis era buena?

Por supuesto. Hay caballos que en el solo galope largo, dan una idea de lo que son. Demuestran sí hay algo bueno en ellos y Madame Equis, tenía ese «algo» especial. Galopaba en el aire. Esa era una gran ventaja, siendo grande y ligera, con su brazada era difícil de pasar.

Siempre raboteaba ¿estaba en celo?

-Desde los dos años siempre lo hizo. No era cuestión de celos, no tenía problemas hormonales. Nunca se tuvo explicación. Nunca lo pudimos controlar, pero tampoco afectaba, salía a correr.

Ya consolidado en Monterrico, para muchos, su despedida fue sorpresiva ¿Qué motivó su decisión?

– Las aspiraciones. Tenía oferta de un propietario ecuatoriano para probar suerte en Florida, EEUU. En principio, Fui como en unas vacaciones. Llegué y me gustó el sistema. Allá es otra cosa. Un trabajo mejor distribuido. Además, allá hay muchos latinos. La mayoría de la gente que trabaja en corrales, el 90 % son hispanos. Así se dieron las cosas, el ecuatoriano Alfonso Andrade, me dio su apoyo.

Del 2003 hasta este año, cerrado su ciclo en Estados Unidos ¿Cuál ha sido su balance?

Las cosas iniciaron con buen pié con el señor Andrade. De arranque gané algunas carreras, luego en 2004 triunfé en 17 ocasiones con 64 presentados. Pero, mi patrón tuvo problemas personales y se truncaron las cosas. Comenzaron los altibajos. En esta etapa, gané alrededor de 100 carreras (825 presentados). Siempre tuve pocos caballos. No hubo el mejor material para demostrar.

¿Brilló con algún ejemplar?

-Tuve un caballo llamado Casiguapo. De dos años, estuvo ranqueado septimo en la ruta al Kentucky Derby, llegando segundo en el Hopefull Stakes (G2) en Saratoga y en el Delta Downs (G3) un clásico de un millón de dólares. En esa temporada produjo más de 300 mil dólares, un caballo que apenas costó 4700. Estamos hablando del 2013. Casualmente era del propietario que me trae a Perú, el ecuatoriano Jorge Warner.

¿Alguna anécdota que recuerde?

-Casi siempre estuve radicado en Florida, pero al verme sin material, decidí moverme a New York. Allí, en una jornada, luego de correrse la última carrera de Aqueduct, me acerqué al preparador mexicano Rudy Rodríguez, uno de los líderes del circuito. Yo nunca le dije que era colega, solo le expresé la necesidad de trabajar para generar mi sustento a lo que me respondió que estaba copado. «Estamos completos, por ahora», dijo.

A la vuelta de unos meses, me dan una potra a entrenar. Le puse empeño y llega el momento de su debut. Casualmente las dos favoritas eran de Rudy, la mía guapea y se las gana por mínima diferencia, por supuesto, sorprendiendo. Yo era un desconocido en el circuito y él se acerca, se me queda mirando hasta que me aborda y me dice.»Te conozco de algún lado». Fue cuando le traje al recuerdo de que era quien, alguna vez, le había pedido trabajo hasta de vareador. Sorpresas te da la vida.

¿Por qué se elige a Monterrico y no a Guayaquil para su nuevo ciclo como entrenador?

La hípica peruana es muy superior a la ecuatoriana. En premios, calidad de caballos. La hípica de Ecuador es bonita pero muy chica. A este propietario, yo lo conocí cuando él era un niño, yo le entrenaba los caballos a su padre. En Estados Unidos el alcance de los gastos es otro. Uno tiene que ser sincero consigo mismo. Yo no estaba recibiendo apoyo en Estados Unidos. Así que conversamos y aceptamos regresar a un país donde me ha ido bien.

¿En qué consiste su técnica para entrenar?

Lo importante es el amor al caballo como para tener éxito en esto y segundo, es esa buena mirada sobre el animal. Su desplazamiento en la cancha y tener un ojo, para saber cómo llevarlo sin sobre exigirlo. Uno lo ve en la pista y se va descubriendo su modalidad. El caballo lo va diciendo.

¿Con qué cuenta en este regreso?

Hay ocho potros. No tuve que ver en el proceso de selección. Eso estuvo a cargo de Nicolás de la Flor, gente de confianza del propietario. Esta semana, tomo posesión de un corral pequeño. Ya revisé los caballos y están bien.

¿Qué espectativas tiene?

-Obviamente, con potrillos, impera la suerte. Yo confío en que en este  lotecito aparezca algo bueno. Esto se trata de tener paciencia y saber esperar.

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